viernes, 14 de diciembre de 2007

Fauna ferrocarrilense

El andén está repleto de caras arrugadas que escuchan la bocina del nauseabundo borracho que llega. Un policía se acomoda el denso pantalón azul mientras ojea del puesto de revistas un culo enorme anaranjado.
Se abren las puertas del recién llegado ferrocarril y, al abrise, las puertas chupan a los ansiosos malhumorados.Se acomodarán como puedan, los asientos verdes se dispondrán de a pares o de a cuatro. Algunos con suerte lograron sentarse en las estaciones más transitadas cuando los bajados esquivadores comenzarán su carrera contra el tiempo, en la ciudad que los espera como siempre con los brazos abiertos, para abrazarlos y luego robarles disimulada y brillantemente la billetera.
Pero nos interesa lo que esta pasando alrededor de los trenes y hablo de los viejos, no de los que tienen aire acondicionado ni televisor. Mirá, ahí viene, repite una y otra vez las mismas frases deslubricadas de tonos convincentemente vendedores. Mantroso, va de un vagón a otro, sabiéndose ser un elemento más de la cotidaneidad monotonal.
Se topan con los caretas las gorritas que bajan a la cancha, agazapados en el vagón de bicicletas. El más hincha de todos los hincha cartones pinchados de tetrabrik.
Los corbatos también son parte de la fauna ferrocarrilense, sudando sus frentes entrajeadas y dinámicas. Siempre yendo hacia el centro. Viendo a los más grandes miserables parecer ser personas decentes, si es que los corbatos son realmente los decentes de la película.
Lo veo a mi amigo mirando a la gente. La bronca y la mierda que se tiran entre ellos. Argentinitos de mierda, arrogantes y racistas. Onduleante el movimiento de las pistas sonoras de nuestras cabezas, porque yo también me veo a mí mismo ahí ahora.
Y por la ventana estaciones y más estaciones interminables flujos de carne humana rien al ver a ese "boludo" tropezar consigo mismo. Cada uno es el más vivo. Argentinitos de mierda, otra vez. No nos odio, nos detesto.
Y vendedores ambulantes y más vendedores ambulantes encontraremos en destino. Cruzaremos las autopistas por arriba y por debajo, también los partidos municipales y volaremos los humos choripanes de canchas de fútbol.
Sufriremos el calor del verano y apreciaremos los enviones de viento de las ventanillas subidas. Las secretarias subirán perfumadas y exitarán al cadete auriculeado. Un señor serio y que se hace el respetable fruncirá el seño y pasará a la siguiente hoja de su diario. El mundo adulto contrastará con infantes dejando estampitas al lado y sobre de las rodillas.
Pensaré en Arlt todo el viaje. En las historias que deben estar sucediendo alrededor de los caballos del hipódromo y en todos los edificios que ahora nos rodean. Ni siquiera hay que pensar en el tango, ya que todo lo que veo ahora está impregnado de ello.

Adheridos todos por grasa húmeda, tómese quién pueda del pasamanos circular que cuelga de tiras de cuero. Algunos están avanzados en trayecto a su destino parcial. Buenos Aires tiene todo eso y mucho más. Un cicus y un charango y dos voces rasgadas ofrecen una performance de "Ojos de cielo".
Dentro de la rueda de acero que gira en un sentido estamos todos caminando para atrás.
En ese juego, si uno cae, todos caerán.


- Grisaux. Escrito el vie 14 de dic del 2007 hasta las 11:06 mientras "supuestamente" trabajaba -

2 comentarios:

daniela dijo...

qué tiempo bellamente invertido!!!!...(con razón estás en la mesa de examen...)

Muá dijo...

es que hay cositas que nunca podrán salir de mi cabeza, esas imágenes por ejemplo...